LOMITOS RUNNING TEAM CON

LOMITOS RUNNING TEAM CON

martes, 21 de mayo de 2013

Los 101 desde dentro... por Juan Manuel Pérez

Hola de nuevo, los 101 aún no han terminado para este blog, aquí os dejo un emocionante relato, escrito desde el corazón por nuestro "cientounero" Juan Ma, os dejo con él, sobra comentarlo más, solo decir una palabra, emocionante, los lomitos no solo corren bien también escriben bien cuando se trata de expresar lo que sienten.
*********************************************************************************

Diez días después de que finalizáramos la prueba de los 101 Km de Ronda, me gustaría compartir con todos aquellos que quieran mi experiencia en esa prueba. En primer lugar porque creo que aquellos que no la han hecho nunca deberían conocer un poco mas de la misma desde dentro, y espero que sirva de empujón para aquellos que alguna vez se han planteado correrla. Y en segundo lugar porque creo que es conveniente parar de vez en cuando para ver dónde estamos y valorar lo que hemos conseguido, en todos los aspectos de la vida, para así ser capaces de seguir adelante sabiendo en qué punto se está.

Decidimos quedarnos en la venta de mis tíos en Benadalid, con la idea de poder descansar mejor que en el pabellón. Hacia allí nos fuimos Manolo Pareja, Óscar Sáez, Jose Mari Rondón y yo el viernes. Con la ilusión de cuatro chavales y con la idea de que estábamos camino de hacer algo grande. Personas normales, con nuestros trabajos de 8 horas, con nuestras familias e hijos, que somos capaces de plantearnos una prueba así. Me acordé mucho de Antonio Pelayo, fueron muchos días de salidas juntos y creo que este año iba bien preparado. Una pena lo de la lesión.

El hecho de haber “organizado”  yo el alojamiento me suponía un poco de intranquilidad, ya que esto era importante para todos y no quería que nada fallase y que sólo tuviésemos que pensar en la prueba. Mis compañeros dirán si se consiguió o no, pero en cuanto dejamos las mochilas y nos fuimos a Ronda ya sólo pensaba en la carrera. Y es que el ambiente en el polideportivo sí era ya de prueba grande. Muchos marchadores y ciclistas, todo perfectamente organizado, la recogida del dorsal en el momento y el dejar las mochilas un poco más lento pero todo muy cómodo. Miraba al resto de participantes, gente que a simple vista tienen una planta de superatletas, que traen las medias de compresión de serie, con su bebida isotónica siempre en la mano. Manolo me dice que a alguno de esos nos lo encontraríamos al día siguiente tirado en alguna cuneta. Es cierto, alguno vimos. Lo grande de esto es que en una misma prueba hay mil carreras distintas, hasta una por participante. La gente super preparada tiene su reto propio, yo llevaba el mío, disfrutar lo máximo posible.

Por la noche cena de la pasta para los cuatro en la Venta. Comentarios sobre la carrera, se nos nota ya el nerviosismo y las ganas de empezar a correr. Mil ideas, anécdotas, consejos… Hidratación con zumo de malta (ya habrá tiempo para las isotónicas al día siguiente), y a dormir. O a tratar de hacerlo, porque los nervios ya se hacen dueños de la cabeza y no consigo dormir más de 4 horas. La ropa y la mochila preparada para el día siguiente, comida, crema solar, calcetines de repuesto, … seguro que falta algo.

Día D. Últimos preparativos, me protejo los talones con esparadrapo para tratar de evitar ampollas, pruebo unas medias de compresión que nunca he usado (creo que todo un acierto), mochila preparada, desayuno y para Ronda. Llegamos con el tiempo justo, el estadio lleno, en la grada y en el césped. 7000 corredores, veteranos y novatos, pero creo que todos nerviosos. En ese momento pienso que estas pruebas empiezan mucho antes del cañonazo de salida, muchos meses atrás. El día de la carrera se trata de  recoger el premio por el que has luchado, y que siempre será proporcional al esfuerzo realizado. En ese esfuerzo está la grandeza de estos retos. La meta es sólo el colofón que todos queremos ponerle a esos meses de entrenamientos.



7000 personas gritando vivas a la legión, a España ya al rey impresionan. Pienses lo que pienses. Pero eso ya da igual porque acaba de empezar la carrera. En el grueso del pelotón todo el mundo feliz, a esto hemos venido. Delante imagino que empezarán a correr como locos, nosotros cruzamos Ronda por las principales avenidas, con todo el mundo animando. Los pueblos se vuelcan con esta prueba, lo comprobaremos durante todo el día, y ese es otro premio que empezamos a cobrar desde muy pronto.

Nada más cruzar Ronda empezamos ya a pisar pistas de tierra, encaminándonos ya hacia la zona del circuito Ascari y Las Navetas. Vamos los cuatro juntos, corriendo a ritmo lento y cómodo y pasamos los primeros avituallamientos rápidamente. Andamos en las pendientes hacia arriba y trotamos el resto del tiempo. Llevo mis Adidas para asfalto con sus más de 1000 kilómetros. Están bastante gastadas, y aunque se que no son las ideales y le estaba dando vueltas a si esto me iba a fastidiar los pies, todo se me olvida cuando adelantamos a una pareja de mexicanos que están haciendo la prueba con sandalias de las que llevan en la tribu Tarahumara. Cruzo unas palabras con ellos y les deseo suerte.

El día avanza, el sol empieza a calentar aunque no demasiado, y vamos recorriendo pistas con mucho polvo. En el avituallamiento del Km 25 los pies ya van sufriendo un poco, pero el buen ambiente con todo el mundo hacen que sigamos con mucho ánimo, encaminándonos ya hacia Arriate. Marisol, la mujer de Manolo, nos espera allí con agua fría y refrescos que nos vienen muy bien, porque a poco de salir del pueblo empezamos una de las subidas famosas de la prueba. Mucho calor, la gente no abre la boca, se nota que ya estamos apurando.

Manolo me habla de que terminada la subida hay muchos kilómetros en los que podremos correr. El año anterior lo pasó bastante mal desde el kilómetro 20 y no pudo correr desde ese momento. Conociendo ya la prueba puedo decir que terminar en aquellas circunstancias es todo un logro, y este año va mucho mejor. Se le notan las ganas y tira de mí en muchos momentos. Óscar se ha atrasado un poco en la subida, pero cuando paramos para “reparar” los pies él y Jose Mari nos adelantan. Nos veremos en Setenil. Óscar sale de una lesión justo a tiempo para esta prueba. Imagino que no está en su mejor momento y que puede tener dudas, pero está haciendo una buena carrera y sé que fuerza mental no le va a faltar.

Salida de Alcalá del Valle en el kilómetro 50, 9 horas de carrera. Hemos pasado la mitad de la prueba y ya noto mucho el cansancio. En la cuesta de la salida del pueblo hay un momento en el que pienso que puedo echar las manos al suelo y gatear, ufff. El consuelo: 10 km de terreno cómodo hasta Setenil. El problema: los pies ya van bastante cargados. A duras penas puedo seguir el ritmo de Manolo hasta Setenil, aunque tirando hemos enlazado varios kilómetros de trote y llegamos a Setenil muy cerca de Óscar y Jose Mari. Marisol nos espera de nuevo con una cerveza y un bocadillo. Sientan de lujo, aunque perdemos casi una hora en la recogida y entrega de la mochila con el frontal para la noche. Es el único pero de la organización, que creo que es sobresaliente. Moraleja, para otro año alforjas ligeras.

El parón en Setenil hace que nos de un bajón a todos. Cuando salimos del pueblo lo hago con la sensación de haber perdido mucho tiempo, de habernos enfriado, y durante unos kilómetros  tengo un pequeño bajón de ánimo. Tenía claro desde el principio que iba a terminar la prueba, incluso en ese momento, pero ahí la cabeza se va un poco de donde estas y corres el riesgo de decir … ¿Qué hago yo aquí?. Afortunadamente voy con Manolo y vamos sumando poco a poco kilómetros. Trotamos cuando podemos, intercambiamos palabras con los corredores (ahora mucho más espaciados entre ellos), y la caída del sol hace que sea muy agradable correr por el campo. Con todo esto recupero el ánimo y la noche nos alcanza subiendo el puerto antes del cuartel de la legión. Subo bien, pero en la bajada la rodilla ya va sufriendo bastante y creo que pierdo bastante tiempo, pero voy bien de ánimo. Ha pasado lo peor?

Llevo el nombre de mi hijo Diego (2 años y medio) escrito sobre el dorso de la mano izquierda. Cada vez que miro el reloj ahí está. En los momentos más duros la cabeza tiene que tirar del resto del cuerpo, y este detalle lo hace más fácil. No sé qué padre podré ser, pero quiero pensar que algún día podrá estar orgulloso de que su padre, al menos un día, terminó un ultramaratón.

Llegamos al Cuartel y coincidimos con Óscar y Jose Mari. La sensación es que  estamos ya encarando el final de la prueba, pero siempre comentando la experiencia del año anterior, en la que el recorrido a partir de este punto era menos duro que este año, pero que se les hizo eterno. Tenemos muy claro que no vamos a parar mucho a cenar, pero los cantos de sirena de una silla hacen que peque y me siente …. 5 minutos, arroz, pastel de chocolate, yogurt y a seguir. La cena me ha sentado fenomenal y somos capaces de trotar hasta llegar a la famosa cuesta de la ermita. Voy bien en la subida, pero me hago daño en el talón y durante gran parte de la misma voy sin apoyarlo, aun así no tengo problemas con los gemelos (medias de compresión, qué gran invento). Jose Mari nos alcanza y Manolo se adelanta con él. Oscar me alcanza también y compartimos algo de comida y la bajada hasta Benaoján. Me comenta que ha vomitado en el cuartel y me alegro de que ya vaya mucho mejor ya.

Son las dos de la madrugada. Llevo 15 horas de carrera y voy corriendo solo por un monte que no conozco, por caminos muy estrechos y con el miedo de equivocarme en algún cruce y perderme hasta que amanezca. Escucho el ruido de algunos ríos, adelanto a algunos marchadores que van ya al límite de sus fuerzas (entre ellos a un señor de unos 70 años al que he adelantado varias veces durante la carrera, impresionante su esfuerzo, le doy ánimos y le informo de los kilómetros que quedan), pero mi mundo en ese momento se reduce a un espacio de 3 metros ante mí, lo que alcanza a iluminar el frontal. El resto es todo oscuridad. No sé por qué, pero a pesar de todo eso empiezo a disfrutar. El dolor del talón sigue ahí, la rodilla me mata en las bajadas, pero empiezo a correr en muchos tramos, y sólo adelanto a marchadores. Paso rápido por los últimos avituallamientos, la cabeza no da para pensar mucho y no soy capaz de calcular cuántas horas llevo en carrera, pero sólo pienso en seguir.

Adelanto a muchos corredores y de repente me vuelvo a encontrar con Manolo. Es una gran alegría, al fin y al cabo habíamos hecho casi toda la prueba juntos. Jose Mari se ha adelantado y hay un momento en el que dudo si Oscar está delante o atrás, pero ya se oye la música de la Meta y sólo queda culminar esta locura. Cruzamos el valle bajo el Tajo. Miro varias veces hacia arriba y la imagen de Ronda es increíble, empezamos a subir el empedrado de la cuesta del cachondeo y apago el frontal al entrar en Ronda. Ya casi está!! Sólo queda un paseo de madrugada por las calles vacías, sólo algunos familiares en la entrada de la Alameda del Tajo esperan a esa hora, incluso a esa hora animan a todos los corredores que vamos llegando. Se agradece enormemente, pero yo sólo veo ya el arco de meta. Levantamos los brazos y cruzamos … 101 Km.




No hay comentarios:

Publicar un comentario