Pero lo primero es lo primero, atención lomitos, pónganse en pie, sáquense el sombrero y saluden como se merece al lomito don Miguel Rubiales Cabeza, nuevo récord lomítico de media maratón con un tiempo de 1:33:17, una media de 00:04:26 y un tiempo intermedio de 00:20.29, como muchas veces decimos, "pa haberse matao", enhorabuena a nuestro compañero Miguel, y ahí tienen los lomitos un nuevo reto. conseguido Hoy en la Media maratón de Marbella, que se me olvidaba.
En los próximos días comentaremos los próximos retos lomíticos como son la Carrera de la guardia Civil de Algeciras del próximo domingo día 6, y la Carrera de la Cueva del Gato cuya fecha está aun pendiente de confirmar por nuestro compañero Oscar.
Aquí os dejo un relato de la nocturna que nuestro lomito Oscar se pegó con el compañero Jose Antonio Vázquez autor del mismo.
Nocturna
al mirador de las corzas
Viernes
por la tarde de nuevo, por fin refrescan a esta hora, el calor agobiante del
día, y el estrés de la semana de trabajo, por lo que parece un buen momento
para empezar a contar las aventuras de la última carrera campestre.
Ha
pasado ya una semana desde que, en la noche del viernes 19, y aprovechando la
luna llena de Julio, hicimos la subida al mirador de las Corzas, Óscar
"lomitos" Sáez y yo mismo. Siempre es necesario, al menos para mi,
dejar pasar unos días antes de contar las peripecias de una prueba de este
tipo, aún más si se cuenta por escrito y por tanto escrito queda. No ayuda en
absoluto, ponerse a describir la luna, el olor a campo, o las buenas
sensaciones durante las primeras subidas, con dolor de tobillos, o de cadera, o
de rodillas, o todos a la vez, así que es mejor esperar a que pasen.
La
noche de autos, teníamos luna casi llena, más que suficiente para ver sin
necesidad de luz artificial. Una noche clara y sin viento, y con una
temperatura perfecta. Eran casi las 11 cuando estábamos aparcando al inicio del
camino, apenas dejada la 340 en el puerto del Bujeo, y, 5 minutos después, casi
sin calentar empezamos a andar por la pista de las Corzas. El objetivo, al
menos en mi caso, no iba mas allá de una buena caminata nocturna con la que
disfrutar de campo, compañía y charla, aunque por supuesto que se intentarían
hacer algunas buenas carreras, como en los Sanfermines. Como en los
Sanfermines, se encomienda uno al santo, se intenta y si no se consigue, pues
la próxima vez será.
Antes
de dar los primeros pasos, hubo que salvar, como por otra parte es habitual en
estos casos para currantes y hombres de familia como nosotros, un buen número
de contratiempos de última hora, familiares, de trabajo, e incluso de organización,
sí, de organización, ya que hasta un rato antes de salir, el recorrido previsto
era otro, concretamente se preveía un Algeciras-Tarifa y los participantes en
el mismo algunos más, pero, se fueron descolgando y una vez cerrada la lista de
participantes con un total de dos y también cerrado el recorrido, lo único que
quedaba por decidir era por qué vertiente atacábamos nuestro objetivo de
coronar el mirador del Hoyo D. Pedro.
Como
ya conocéis cual fue la decisión tomada continuemos.
Aunque
no soy yo miembro permanente de los lomitos running team, ya que voy de
independiente por la vida, me puse para la ocasión la camiseta oficial de este
año, véase la foto adjunta, Óscar también, no se si porque a él le obliga el
reglamento interno del equipo o tal vez porque fue quien la diseñó por tanto le
gusta, de hecho tengo motivos para pensar que al igual que spiderman, siempre
la lleva debajo de la ropa de calle, presto a quedarse en gayumbos de color
naranja y salir corriendo a la menor ocasión.
Bueno,
echamos pié a tierra del coche y empezamos a andar, hay que ir poco a poco
poniendo el cuerpo en marcha de nuevo. Así, primeras cuestas andando hasta
coger un cierto tono y pronto empezamos a trotar. La luz a esta hora de la
noche, era perfecta para correr en la mayor parte del recorrido, la luna, a
pesar de no estar totalmente llena, de hecho no lo estuvo hasta un par de días
después, dejaba ver el suelo sin ningún problema. Tan solo en las zonas de
mayor arboleda de la pista donde la luna quedaba oculta por los alcornoques,
hacía falta encender el frontal.
Desde
este lado, los cinco primeros kilómetros de la pista son de subida. Las
primeras rampas, que hicimos andando, me parecieron un poco mas duras, quizás
por cogerlas en frío y recién empezado el recorrido, pero lo cierto es que a
pesar de mi escasa preparación, se llevaba bastante bien. El resto ya metidos
en faena, no me parecieron subidas muy pronunciadas, no se qué pendientes se
manejan por aquí, pero está claro que son mas suaves que por el otro flanco ya
que se parte de mayor altura. Una vez que empezamos a correr y hasta llegar al
puerto de la higuera, hicimos estos primeros kilómetros de subida sin ninguna
parada ni percance que destacar, con sólo los normales traspieses propios del
terreno.
Algunos
cientos de metros antes de llegar al puerto avistamos algunas luces, al
principio no le vi nada interesante, pero pronto al ir acercándonos, provocó
una interesante discusión acerca de lo que podrían ser. Se barajaban varias
hipótesis, a saber, ovnis o alguna "instalación del gobierno", alguna
planta eólica o similar lejana, y según Óscar, también podría tratarse de
ciclistas. Tardamos algunos minutos mas en llegar lo suficientemente cerca como
para desvelar el misterio. Algunas de estas luces parecían moverse, por lo que
terminamos por descartar lo de cualquier instalación, fuese del gobierno,
planta de energía o cualquier otra, ya que se que se supone debe estar quietas.
Así que solo quedaban los ovnis y los ciclistas. Y aunque tengo que reconocer
que lo de un encuentro en la tercera fase me parecía inquietantemente
interesante, finalmente y ya un poco mas cerca, escuchamos un, "Illo donde
está Manolo", "sa quedao atras, ya viene", que definitivamente
demostraba la procedencia humana de aquellas luces. Dedujimos por las
pruebas que fuimos recabando que se trataba de la reagrupación en el puerto de
un puñado de chalaos que, no teniendo otra cosa que hacer un viernes por la
noche, habían decidido subirse en una bicicleta con una luz en la frente, y ponerse
a correr, por una pista perdida en medio del campo.
En
fin tiene que haber gente pa to.
Lo
cierto es que nos sorprendió, eran no menos de 50 ciclistas, y hay que
reconocer que lo habían organizado bien. Cómo lo habrían hecho, si nosotros,
casi no conseguimos ponemos de acuerdo dos. Bueno, así que sin detener nuestra
marcha y tras los pertinentes saludos de debida cortesía; "eh",
"que pasa", "buenas", etc, los dejamos allí arriba y
proseguimos nuestro camino.
Los
siguientes kilómetros fueron de suave bajada por lo que el tramo de carrera
continua se prolongó un buen rato más, durante este tramo de bajada hubo que
encender varias veces el frontal para que nos viesen los ciclistas rezagados
que seguían subiendo hasta el punto de encuentro con sus compañeros. Después de
que habíamos esquivado un encuentro en la tercera fase un rato antes, no era
plan ahora de tener una coincidencia en el tiempo y en el espacio, generalmente
de dolorosas consecuencias. Varios "Illo", "Que pasa",
alguno mas formalito con un "Que tal", "Buenas noches",
"Donde irán estos dos", etc., y así hasta que pasó el último de los
rezagados poco antes de que se acabara nuestra bajada.
Ya
me avisaba Óscar que ahora empezaba un tramo de subida, par de curvas y un
trozo de peor terreno antes de llegar al mirador, y así fue, a medida que
volvía la cuesta arriba yo bajaba mi ritmo, que durante la bajada había sido el
de un keniata en los 1500, bajaba y bajaba y seguía bajando hasta por fin
andando un rato entre las piedras sueltas del camino. Así, trote, andando,
andando trote, ahora sí con un poco más de cuidado para dejarse un tobillo y
como el que no quiere la cosa, pasaron ese par de curvas y llegamos al camino
de piedra que da acceso al mirador de las Corzas. ¡Prueba conseguida!, bueno salvo
por el pequeño detalle de que queda volver, pero eso es ya otra historia, no
hay que abusar de los lectores
Antes
de terminar, no quiero olvidarme de nuestro espectador de lujo. Ya en la subida
me pareció verlo, observándonos desde el borde de la pista, agazapado tras una
mata. Emulando al gato del Coliseo en el furor del dragón, allí seguía, todavía
cuando bajábamos, un sapo de medio kilo que no quería perderse el final de la
prueba, supongo que habría amenizado la espera de nuestro regreso viendo el
descenso de los compañeros ciclistas.
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